¿Estudiar eso de las despensas? Clientelismo y alimentación

En este texto de Diana Alejandra Castañeda Pérez se revisa la entrega de despensas a cambio del voto, práctica ampliamente condenada y constante en cada proceso electoral. ¿Qué es lo que hay detrás de este fenómeno?, ¿por qué se sigue haciendo?

La primera vez que fui a Cuajimalpa a estudiar las campañas electorales en 2012 hubo una pregunta constante: «¿Vienes a estudiar eso de las despensas?». En más de una ocasión lo negué, ya que no era el interés de mi investigación; sin embargo, eso apareció durante el trabajo de campo: en los discursos de los candidatos (independientemente del cargo), en las acusaciones sobre los actos del otro y, en especial, en las movilizaciones de personas para los eventos masivos de los partidos y coaliciones; pero ¿qué es eso de las despensas?

En el imaginario colectivo, la entrega de despen­sas (bolsas de comida) en tiempos electorales se asocia con el clientelismo, esto es, con el inter­cambio de favores o programas sociales por votos el día de la elección. En México se piensa como una práctica de manipulación política, de corrup­ción y se relaciona con el mal uso de los recursos públicos, con una suerte de personalización de la política (Combes, 2011). Por lo general, es un sinónimo de la compra de votos.

El clientelismo es un fenómeno difícil de medir y observar, en particular desde la modalidad de compra de votos por considerarse una práctica clandestina, inmoral, sujeta al escrutinio del otro y por ser un delito electoral que pone en riesgo el voto libre y secreto. Un acercamiento estadístico al fenómeno es la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) 2020,1 realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Instituto Nacional Electoral (INE). El programa ex­plora las prácticas y percepciones políticas de las y los mexicanos, entre ellas, las posibles experiencias relacionadas con los delitos electorales a nivel indi­vidual y en su red de relaciones más cercana.

Para ello, diseñaron preguntas que recopi­lan información sobre la observación directa de intercambios durante la campaña de 2018 y el proveedor (partido político o servidor público); entre los bienes incluidos en las respuestas desta­can las gorras, playeras, mochilas, los relojes, la entrada o permanencia en programas sociales, la agilización de trámites en el Gobierno, los subsi­dios alimenticios y la atención médica, así como los tinacos, tabiques y pintura. Comprende bienes destinados a la promoción (propaganda) política, la atención de servicios públicos y los subsidios para la alimentación. Este último es el dato que me interesa explorar.

De acuerdo con la estimación, a nivel nacional 73.6% de la población de 18 años y más atestiguó el intercambio de regalos de tipo «subsidio ali­mentario o atención médica» para favorecer a un partido político en el proceso electoral del 2018. La proporción de hombres y mujeres que obser­varon esas acciones es similar: 72.4% y 74.7% respectivamente, es decir, 7 de cada 10 personas detectaron que alguien de su círculo cercano re­cibió esos «regalos» en el periodo. Al distinguir por tipo de asentamiento, la estimación para el ámbito urbano es 73.3% y para el rural 74.8%, en pocas palabras: en esas localidades la observación de estas prácticas es ligeramente más frecuente.

Si bien la medición de los delitos electorales y la compra de votos a nivel nacional es un pre­cedente relevante, la pregunta dificulta conocer la proporción de personas mayores de 18 años que recibieron solo un subsidio alimentario y deja fuera a los proveedores de los bienes que no necesariamente participan en organizaciones po­líticas o en el servicio público, es decir, a quienes pertenecen a las organizaciones de la sociedad ci­vil. Por esa razón, es necesario acercarnos al estu­dio de los delitos electorales, la compra de votos y el clientelismo desde perspectivas cualitativas que develen el significado de esas categorías y sus prácticas.

Para abundar en la relación entre el cliente­lismo y los alimentos, me interesa reflexionar en torno a dos acciones: la entrega de las despensas y la organización de actos para compartir alimen­tos durante el periodo electoral (las convivencias). Los datos proceden de mis registros etnográficos de trabajo de campo en Cuajimalpa, del otrora Distrito Federal, en 2012 y 2015; en ambos ob­servé la campaña a la Jefatura Delegacional de los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrá­tica (PRD).2

LAS DESPENSAS Y EL IMAGINARIO SOBRE EL CLIENTELISMO

Un acto clave en el imaginario del clientelismo es la entrega de las despensas durante los periodos electorales. Es frecuente escuchar que el candida­to entregó despensas en la colonia o pueblo; que las tiene resguardadas en una bodega; que fueron usadas como moneda de cambio para movilizar personas o, en su defecto, que los alimentos entre­gados están en malas condiciones. Sin embargo, el flujo del intercambio es constante, ya que tras­ciende los periodos electorales; al menos meses antes la red de intercambio comienza a funcionar. ¿Qué bienes se ofertan? Los datos recopilados en campo dimensionan la variedad de los recursos intercambiados: lentes, zapatos, tenis para niños, niñas y adolescentes en edad escolar; materiales para la construcción (tinacos, láminas, grava); co­bijas y tortibonos; 3 cobertores, despensas, huevos, cerdos, gallinas y guajolotes, en especial para los habitantes de los asentamientos irregulares en la Delegación (Comunicación personal con Javier Luévano, 25 de julio de 2015).

Para ilustrar el intercambio de alimentos, re­cupero la experiencia de un informante dedicado al trabajo político. A lo largo de sus 20 años como líder de una colonia, recibió muestras de agrade­cimiento y rechazo por sus actividades políticas; para él, una de las más significativas fue: «Solo quiero agradecerle. Me tocaron dos paquetes de pollas que usted mandó con Luis y ¿qué cree? ¡Todas están poniendo! Ahora, aunque sea solo huevo, diario tenemos. Comemos huevo hervido, frito, con chile… ¡ya no nos quedamos con ham­bre! ¡Gracias!» (Comunicación personal con Ja­vier Luévano, 25 de julio de 2015). Este intercam­bio fue parte de un programa de aves de corral para hogares con bajos índices de desarrollo de la Delegación; el relato evidencia las emociones generadas por el intercambio: el agradecimiento y la satisfacción. ¿Será necesario explorar el lado afectivo del clientelismo?, ¿qué elementos verían la luz con ese enfoque?

En el trabajo de campo, un informante señaló que la entrega de despensas había cambiado en los últimos años ya que las personas se quejaban por la calidad de los productos recibidos, lo que al pa­recer evocaría cierta racionalidad de los «clientes»:

 

La mejor despensa depende de la presentación. Con el candidato del PRD entregaron despensas […] la bolsa tenía hecho un nudo o no sé si la ha­bían amarrado con algo; se veía la bolsa con cola y amontonado medio kilo de lentejas, de frijoles, una sopa de pasta… Se veía muy apelmazada y de mala calidad. El aceite también era de mala calidad; la gente es pobre, pero sabe: «Este papel de baño que dieron es una porquería». Hubo gente que llegó a decir: «Mejor que me den un rollo bueno a cuatro rollos de papel malo: prefiero un rollo de Pétalo a cuatro rollos bien aplastados» (Comunicación per­sonal con Daniel Flores, 28 de septiembre de 2015).

Otros elementos son el apoyo con trámites de ac­tas de nacimiento gratuitas, la mejora de los servi­cios públicos (drenaje, desazolve, alumbrado pú­blico), la atención médica especializada. Un bien para destacar son los viajes a balnearios y museos de la Ciudad de México, ya que, en el marco de una vida carente de distracciones, la integración a las redes clientelares significa una oportunidad para divertirse, como señaló Auyero (2001). Al menos desde la teoría antropológica, esto implica mediario/patrón de la red) ofrece recursos o una promesa de ellos y los clientes, en retribución, se comprometían a participar en los actos de campa­ña, asistir a las reuniones y emitir su voto a favor.

LOS CONVIVIOS EN EL MARCO DEL CLIENTELISMO

Los convivios en fechas importantes usualmente son financiados por los candidatos y los líderes de la estructura de campaña; esto permite revivir y expandir las redes de resolución de problemas, en que el disfrute es un elemento cohesionador (Ha­gene, 2015). En ese sentido, días antes de las cam­pañas en 2012, hubo reuniones convocadas por organizaciones locales para realizar faenas en las barrancas de la Delegación, es decir, con la fina­lidad de recoger basura e implementar una estra­tegia para evitar daños a las viviendas durante la temporada de lluvias. Tras la jornada de limpieza, se invitó a las y los asistentes a degustar un taco de guisado en el patio de una líder de la comunidad. Durante el convivio, la charla incluyó preguntas sobre la familia, proyectos políticos, actividades la­borales; hubo risas, bromas, fotos y agradecimien­tos (Diario de campo, Cuajimalpa, 2012).

Durante la campaña, se realizaron reuniones con motivo del Día del Niño, de la Madre y del Maestro; además, hubo otras de carácter religioso (fiestas patronales) en los pueblos de la Delegación que tuvieron el apo­yo de los candidatos, uno de ellos cargó al santo patrón. Esto se interpretó como un acercamiento y una muestra de confianza entre el pueblo y el político, de acuerdo con un entrevistado. En este tenor, el clientelismo se percibe como una rela­ción de confianza, estable, de apoyo recíproco consumado en el acto de compartir los alimentos, de celebrar los acuerdos existentes o de generar nuevas promesas.

La organización de las reuniones para consumir alimentos durante los actos proselitistas de los can­didatos podía ser un desayuno, comida o cena; el objetivo era presentar el proyecto político, escuchar las solicitudes y quejas de la ciudadanía, así como celebrar a las madres, y a las niñas. Por ejemplo, en el Tianguillo se realizó un desayuno para ce­lebrar el Día de las Madres: «las mujeres llegaban acompañadas de sus hijas e hijos o de otras muje­res. Al tomar asiento en la mesa, las personas del equipo le servían sus alimentos: chilaquiles rojos con pollo, frijoles con queso y un vaso con jugo de naranja». Hubo servicio de meseros, así como una rifa de electrodomésticos y diversos utensilios para la cocina; de acuerdo con los líderes convocantes, se estimó la asistencia de 750 mujeres.

Días después, en otro acto para las madres en la colonia Las Galicias, se ofreció a las asistentes un plato con mole rojo o chicharrón en salsa ver­de, arroz, frijoles, una rebanada de pastel y un vaso con refresco; no hubo meseros ni rifa (Diario de campo, Cuajimalpa, 2012). El objetivo de am­bos actos de campaña era acercar a las ciudada­nas con el candidato a través de un convivio, pero en ninguno de los actos se presentó.

En el mismo sentido, el día de la Jornada Elec­toral, en una de las casillas de San Lorenzo Aco­pilco se decía que, tras emitir el voto, las personas podrían ir a la casa del líder a comer carnitas. Al respecto, la investigadora Turid Hagene (2015) relata: «El día de la elección, primero de julio [de 2012] acudí por la tarde al patio de Juan, a donde me habían invitado a comer carnitas, […] la co­mida ritual más accesible en Acopilco […]. Con­forme llegaban las personas, cada una mostraba su dedo con tinta electoral […] era una oportu­nidad para mostrarles “el afecto, el carisma que uno tiene con ellos”» (p. 57). En mi observación de 2015, escuché un relato similar afuera de una casilla, uno de los movilizadores mencionó que en casa de un líder del pueblo «ya habían preparado las carnitas» para los votantes.

Eso de las despensas se convirtió en la clave para investigar el clientelismo y diferenciarlo de la compra de votos. Al entrevistar a los informan­tes, el término oscilaba entre trabajo político, trabajo filantrópico, labor social o estrategia de movilización, des­marcado de la compra de votos, esa práctica usa­da por quienes no tenían legitimidad, liderazgo ni trayectoria política. Las categorías nativas dis­tinguen esas prácticas de resolución de problemas cotidianos fundadas en la confianza, la reciproci­dad, la afectividad y las promesas de intercambio. Observar esos elementos fue posible con la etno­grafía y la escucha de las historias de vida.

Intercambio de regalos*

Tipo de regalos% Nacional% Hombres% Mujeres
Subsidio alimenticio /
atención médica
73.672.474.7
Objetos utilitarios31.029.732.2
Materiales de construcción24.325.423.2
Entrada / permanencia
en programa social
5.25.05.4
Agilizar trámites de Gobierno2.42.32.6
Otro5.05.24.9
* Porcentaje de personas que dicen haber atestiguado el intercambio de regalos durante campaña
a nivel nacional y por sexo. Fuente: INEGI (2021).

El planteamiento vertido en estas líneas no sig­nifica que esté a favor de las prácticas de corrup­ción o del mal uso de los recursos públicos, sino que es un llamado a pensarlo desde otras perspec­tivas: como una red de apoyo en espacios donde el Estado no ha cumplido con sus funciones, lo cual da lugar a una ventanilla de atención que camina, escucha, soluciona, promete y teje relaciones polí­ticas que, en algunos casos, se manifiestan a través de protestas, bloqueos, cierres de carreteras o en el cambio de las tendencias electorales.

Notas

1. La Encuesta recaba información sobre los valores y prác­ticas de los(as) ciudadanos(as) para comprender el involu­cramiento de la ciudadanía en los asuntos públicos; cono­cer las características de la cultura cívica y el ejercicio de la ciudadanía de los(as) mexicanos. Se levantó de agosto a septiembre de 2020; tiene representatividad a nivel na­cional y por seis regiones.

2. Los nombres de las personas entrevistadas y de otras con quienes interactué durante la estancia en el campo han sido cambiados para proteger su privacidad.

3. Un tortibono es un cupón con un costo mínimo (alta­mente subsidiado) otorgado a determinadas familias para intercambiarse por un kilo de tortilla en las tiendas Cona­supo, las lecherías Liconsa y otras tiendas departamenta­les. Era una política de la década de los ochenta que se implementó en el Distrito Federal durante el periodo de estudio, al menos para el caso de Cuajimalpa.

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Referencias

Auyero, Javier (2001). La política de los pobres: las prácticas clientelistas del peronismo. Buenos Aires: Ediciones Ma­nantial.

Combes, Hélène (2011). «¿Dónde estamos con el estudio del clientelismo?», Desacatos, no. 36, pp. 13-32.

Hagene, Turid (2015). «Debatiendo conceptos con metodología etnográfica: el caso del “clientelismo político” y la “compra de votos”», Nueva antropología, vol. 28, no. 83, pp. 47-71. Recuperado de http://www.scielo.org. mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-063 62015000200004&lng=es&tlng= el 3 de mayo de 2022.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2020). Encues­ta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI), tabulados básicos 5.5 y 511, delitos electorales. Recuperado de https://www. inegi.org.mx/programas/encuci/2020/ el 3 de mayo de 2022.

AUTORA

Diana Alejandra Castañeda Pérez

Investigadora. Autora del libro ¿Cuántos votos quieres? Tra­bajo político y movilización.

Audio narración: Regina Quistiano.

Autor

Punto Dorsal
Punto Dorsal, Revista de cultura política es una publicación periódica de difusión de la cultura política y de la participación ciudadana de la Comisión Estatal Electoral Nuevo León.

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