Shula Erenberg. Entrevista

La mirada de la cineasta Shula Erenberg es la de quien observa metódicamente y encuentra en las historias individuales una forma de reflejar el entorno sociopolítico, a través del cine documental como herramienta de la memoria histórica.

La mirada de la cineasta Shula Erenberg es la de quien observa metódicamente y encuentra en las historias individuales una forma de reflejar el entorno sociopolítico, a través del cine documental como herramienta de la memoria histórica. Shula, también defensora de los derechos humanos, nos cuenta sobre el desarrollo de su trabajo en el cine.

R: El cine, para mí, es político; el cine documental es un retrato de la realidad y la realidad es política. A partir de ahí y desde mi trabajo de derechos humanos, que vengo ejerciendo desde diferentes espacios y lugares, fue un tema que me interesó desde muy jovencita. El cine en particular es una ventana en la que puedo expresar lo que me preocupa, lo que me interesa y darles voz a otros; tratar de influenciar, o que el otro por lo menos reflexione o recapacite y escuche lo que le está pasando a otros.

R: Una se va transformando a medida que va creciendo y aprendiendo de otros, el aprendizaje es permanente. Desde el cine documental me sucede que, con cada personaje que me ha tocado investigar y trabajar, he aprendido un montonal: desde un abogado o un militante de derechos humanos hasta un indígena o un trabajador ferroviario. Una aprende mucho de los otros y cada una de esas cosas que vas aprendiendo te van transformando. No hay una sola cosa que te transforma, además están las relaciones afectivas. Todo te va cambiando de alguna manera, no puedo decir que mejorando, porque dicen por ahí que van cambiando para mal [risas]. Cada una de las personas con las que te vas relacionando te ayudan y no solamente respecto al documental, porque para hacer un documental tienes que hacer un trabajo profundo de investigación. A medida que te empapas del tema, lees y conoces otros materiales. 

R: En la actualidad, no sé si en todo América Latina, pero sí en nuestra realidad, en México, hacer cine no es tan fácil. Por un lado, tienes el tema económico, conseguir dinero para realizar un proyecto cinematográfico es un verdadero problema. En el arte, si no se financia a través del Estado, es bastante complicado conseguir dinero; puedes conseguir dinero para hacer una ficción comercial, pero el cine documental, el cine de denuncia, no lo financian las empresas privadas ni los particulares. Si no tienes un apoyo del Estado, es bastante complicado; los fondos no son muy abultados y somos muchos los que queremos hacer cine. Es complicado producir cine.

Por ejemplo, respecto a la lucha por conseguir presupuesto, tengo un documental —está hecha una parte y la otra algún día se terminará—
sobre los migrantes: son indígenas, primero son migrantes internos, en México; después pasan a ser migrantes fuera de México. Nunca pude conseguir el dinero para terminarlo porque las financiadoras que te apoyan van imponiendo el tema que hay que trabajar. Si ese tema de la migración deja de ser importante, ya está, se acabó. Ahora el problema sigue en México y tal vez logre terminar ese documental algún día. Acerca de la financiación, los que tienen el dinero son los que tienen el poder.

Exponer un documental es un problema, sobre todo un documental que no es comercial. Netflix a mí me sorprendió cuando pone estos dos documentales —Hasta los dientes y Las tres muertes de Marisela Escobedo—, es algo que no esperaba.

R: Ese es un problema serio. En México estamos atados al tema del Tratado de Libre Comercio, es un punto flaco que tenemos; tiene que ver con la distribución y difusión en los cines, las bocas de expendio, se puede decir. Exponer un documental es un problema, sobre todo un documental que no es comercial. Netflix me sorprendió cuando puso estos dos documentales —Hasta los dientes y Las tres muertes de Marisela Escobedo—, es algo que no esperaba. Tuvieron un momentito en que pusieron este tipo de documentales, porque la mayoría tienen que ver con asesinatos, cosas cruentas, policiales, detectivescas, pero no otro tipo de documental. Han puesto cosas de Juan Carlos Rulfo, Cien años con Juan Rulfo, pero es poquito para la gran cantidad de películas que ves en las plataformas. Al menos en Netflix, porque en las otras plataformas no me tocó ver.

R: América Latina sufrió un revés político importante entre finales de los sesenta y los ochenta, y para hacer una modificación de las economías se aplicó un programa represivo muy fuerte. Replicaron en toda América Latina un mismo formato de desaparición forzada, en algunos lugares con un genocidio étnico, como en Guatemala. Cuando finaliza todo esto y empiezan las denuncias se puede trabajar el tema de la memoria; es entonces que en algunos países se empieza a hacer un poco de denuncia. Sin embargo, hay un momento, es como un impasse, a finales de los noventa. En 2001, cuando caen las Torres Gemelas, hay un cambio muy profundo en el mundo en el tema jurídico, porque empiezan a aplicar la tortura indiscriminadamente, empiezan las desapariciones a la vista de todo el mundo, surgen estos campos de detención —no es que no existieran antes, había en toda América Latina, incluido México— y se hace público: Guantánamo, Abu Ghraib. El tema de la tortura entra en el campo del terror en la medida en que, si necesitas dominar muy fácilmente a una población, lo que tienes que hacer es aplicar el terror. Un ejemplo es El Salvador, con Nayib Bukele, quien dice que va a limpiar a su país de los narcos, arma una cantidad impresionante de cárceles, todo aquel que tiene un tatuaje va para adentro, donde aloja a mucha gente y empieza implementar esta política de terror. Hace poquito estaba leyendo que la gente de El Salvador decía: «Ya no me importa». Cuando tocas el fondo, ya no te importa. ¿Hasta dónde está este hilo que tiene que ver con el terror? ¿Hasta dónde puede manejar esta historia? La tarea del cine en este tema es sensibilizar y hacer reflexionar. Eso es lo que me preocupa y por eso trabajo.

R: ¿Por qué no quieren hacer memoria? Porque cuando haces memoria obligas a una reflexión, a un análisis del pasado. El papel de un historiador es revisar el pasado y de golpe quien puede hacer análisis del pasado puede tomar ejemplos para lo que sucede hoy. Lo vas analizando, depurando, tratando de ver cómo se puede implementar eso que pasó. Un documentalista chileno, Patricio Guzmán, dice que cuando un pueblo no tiene cine documental es como una familia sin álbum de fotografías. Cuando puedes reflexionar sobre tu pasado, y empiezas a ver de dónde vienes como pueblo, qué es lo que te conformó, quién eres, se pueden tratar de hacer las cosas de una manera diferente. Hoy somos muy manipulados: el consumismo, las redes, nos van manipulando con la información, fake news. Ayer escuchaba en la radio que la unesco hizo un análisis acerca de los influencers, que en su mayoría no verifican la información y terminan difundiendo fake news. Solo están intentando llamar la atención por un tema personal, ni siquiera es por un objetivo político, buscan puntos y vistas para obtener dinero.

Estamos siendo manejados por este tipo de cosas: prendes el celular y lo primero que te aparecen son noticias y tonteras que te manipulan, y que te van formando. En México, uno de los temas fundamentales, para mí fue muy importante, son los tiempos en que Televisa era de verdad la única cadena que teníamos en México; era quien controlaba la información, tú no te enterabas. Había narcos, desaparecidos, militares, había de todo, pero no te enterabas. No te enterabas porque había un manejo de esa información. Hay un ejemplo, y tiene que ver con la memoria, porque a ti te hilaban la cabeza, te la licúan, dejas de tener esa información. En 1978 se hace el Mundial de Futbol en Argentina, había muchísimos desaparecidos, 30,000 desaparecidos; a algunos los liberaron, muy poquitos. Cuando llega el Mundial la mayoría de los que ya habían salido de Argentina, producto de la persecución política, empezamos a hacer denuncias y comienzan a aparecer notas fuera de Argentina. Argentina necesitaba que llegaran tipos de afuera para invertir dinero en el Mundial, los mundiales traen mucho dinero. Hacen una campaña de publicidad donde desvirtúan la consigna «Argentina viola los derechos humanos»: «En Argentina somos todos derechos y humanos». ¡Qué manera de manipular tan inteligente! Es el momento en que los campos de concentración tenían a muchísima gente todavía viva, los matan a todos y nadie se entera por la manipulación de la información.

R: A veces es de casualidad [risas]. Una cosa te va llevando a la otra. Por ejemplo, cuando hago Cavallo entre rejas, en realidad tenía que ver con un tema muy personal: hablaba sobre la desaparición en Argentina; casualmente Cavallo estaba en México y yo vivía en México. Cuando a Cavallo lo ponen preso, se lo llevan a España, me pongo a ver cuál
era la excusa que se estaba usando para llevar a Cavallo a España y por qué no a Argentina, donde no lo podían juzgar. Aplican un principio jurídico que se llama justicia universal. Este quiere decir que una persona que cometió delitos de lesa humanidad si no lo juzgan en su país de origen, otro país lo puede juzgar. Como México no lo iba a juzgar y España sí, entonces que se vaya a España, pero resulta que hay un cambio que resulta en un revés político en Argentina y ya lo podían juzgar, entonces se lo llevan a Argentina. De ahí sale el siguiente documental: me pregunté ¿por qué eso? cuando escuché que existía un principio de justicia universal y que con eso podías juzgar a alguien que había cometido un delito no importaba dónde ni en qué país, me parecía una cosa globalizada y divina. Me puse a investigar y empiezo a ver que ningún caso se había logrado sobre justicia universal en el mundo, porque la presión política termina siendo mucho más poderosa que la justicia.  Ahí surge el siguiente documental, una cosa te va llevando a la otra, vas conociendo gente. Cuando veo a Rosario Ibarra (a quien ya conocía de muchos años) de golpe en el zócalo de la ciudad dando el Grito, pienso que nunca se le había hecho un documental realmente y decido hacer el documental sobre Rosario. No es que yo los elija, los temas te eligen a ti.

Actualmente estoy haciendo un documental que habla sobre la tortura, la tortura ejercida por parte del Estado. Este llegó a mí por una organización de derechos humanos, gente con la que he trabajado el tema, y me dijeron que querían hacer el documental sobre una persona en particular. A medida que me pongo a leer e investigar sobre esta persona, empieza una reflexión que tiene que ver con cosas que nunca me había planteado: la cárcel es otra forma de tortura. Hay muchas cosas que ha planteado que no había pensado antes, a medida que fui leyendo me gustó. Eso es en lo que estoy metida ahorita.

R: Lo de México es para enojarse, ¿cómo puede ser que existan estas mujeres buscadoras y que ellas son las que se dedican a trabajar cuando debería hacerlo el Estado? ¿Cómo puede ser esto? Son ellas las que arriesgan la vida porque van a zonas donde el narco está cabrón; aparte la mayoría de la gente que están buscando son gente desaparecida por el tema del narco.

Son los familiares los que se encargan de hacer todo ese trabajo y es muy injusto porque es una doble tortura: la desaparición y su efecto en las personas. Por eso se habla que la desaparición es un delito de lesa humanidad también para ellos.

R: Los de antes es otro tema, no los quiero mezclar. Desaparecidos son todos, el problema es la diferencia entre uno y otro. Uno, la desaparición la provoca el Estado; otro, la desaparición la provoca el narco; pero el Estado, responsable de uno y no de otro, no busca ni a uno ni a otro. Puede ser que el Estado no es el mismo que el de los setenta, pero tampoco busca. Son los familiares los que se encargan de hacer todo ese trabajo y es muy injusto porque es una doble tortura: la desaparición y su efecto en las personas, en los familiares es una tortura permanente porque no pueden hacer el duelo. Por eso se habla de que la desaparición es un delito de lesa humanidad también para los familiares.

R: Aparte.

R: Lo que a mí me motivó a seguir haciendo documentales, y que es la parte que me encanta, es cuando exhibes el documental y ves la reacción de la gente. Hay momentos que me han quedado grabados en la cabeza. Me acuerdo cuando hice Cavallo y que llevamos la película a Brasil. Una mujer en la sala me dijo: «Todos tenemos nuestros Cavallos». Esa persona logró capturar o entender lo que se estaba trasmitiendo en el documental y lo deglute a tal punto que lo lleva a su propia historia, a lo que le pasa a ella o a su país. Lo que espero de los espectadores es que sean empáticos con mi tema, que lo entiendan, que sepan comprenderlo y puedan reflexionar acerca de ese trabajo que estoy haciendo.  Gracias por preocuparse por estos temas e invitar a documentalistas al diálogo.

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Redacción


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Punto Dorsal #5
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Punto Dorsal
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