Señales antes del fin de la democracia

Las democracias actuales no terminan de golpe como antaño, con una asonada militar o una revuelta; son los propios actores políticos, electos en las urnas, quienes las socavan poco a poco sin que la mayoría de la ciudadanía se percate.

Era principios de enero de 2021. Durante la pandemia de COVID-19 y en pleno proceso electoral, planeábamos en la redacción el primer número de Punto Dorsal. El trabajo a distancia dificultaba algunas tareas, pero mantenía al personal a salvo. Fue cuando un integrante del equipo perdió a su padre. No pudimos consolarlo cara a cara, aunque él aceptó la muerte con bastante naturalidad y sin asomo de tristeza. De todos modos, se apartó de sus labores y de cualquier noticia por un tiempo. El día 6, al volver del entierro, se enteró del asalto al Capitolio por parte de incondicionales a Donald Trump.

«¿Qué está pasando?», se preguntaba. ¿Cómo podía ocurrir algo así en un régimen democrático tan estable como el estadounidense? Las respuestas las encontraría después en Cómo mueren las democracias de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Publicado originalmente en inglés en 2018, su visión es notable sobre lo ocurrido a partir de ese año. La democracia de Estados Unidos no es una excepción, no está blindada contra la deriva autoritaria que padecen otros países como Hungría, Turquía o Venezuela, por mencionar algunos. Puede sucumbir ante la polarización que permea en su vida política.

Las democracias actuales no terminan de golpe como antaño, con una asonada militar o una revuelta; son los propios actores políticos, electos en las urnas, quienes las socavan poco a poco sin que la mayoría de la ciudadanía se percate. Levitsky y Ziblatt encuentran cuatro indicadores de comportamiento autoritario (véase la Tabla 1) y señalan que Trump cumple con todos. ¿Cómo se llega a este punto que, en el peor de los casos, no tiene retorno?

INDICADORES DE COMPORTAMIENTO AUTORITARIO

1. Rechazo (o débil aceptación) de las reglas democráticas del juego
-¿Rechazan la Constitución o expresan su voluntad de no acatarla?
-¿Sugieren la necesidad de adoptar medidas antidemocráticas, como cancelar elecciones, incumplir o suspender la Constitución, prohibir determinadas organizaciones o restringir los derechos políticos o civiles básicos?
-¿Pretenden usar (o aprueban el uso de) medidas extraconstitucionales para cambiar el Gobierno, como golpes militares, insurrecciones violentas o manifestaciones masivas destinadas a forzar un cambio en el Gobierno?
-¿Intentan socavar la legitimidad de las elecciones, por ejemplo, negándose a aceptar unos resultados electorales creíbles?
2. Negación de la legitimidad de los adversarios políticos
-¿Describen a sus rivales como subversivos o contrarios al orden constitucional establecido?
-¿Afirman que sus rivales constituyen una amenaza existencial, ya sea para la seguridad nacional o para el modo de vida imperante?
-¿Describen sin argumentos a sus rivales de otros partidos como delincuentes cuyo supuesto incumplimiento de la ley (o potencial para incumplirla) los descalifica para participar de manera plena en la esfera política?
-¿Sugieren de manera infundada que sus rivales son espías extranjeros en alianza con un Gobierno foráneo, normalmente de un país enemigo?
3. Tolerancia o fomento de la violencia
-¿Tiene lazos con bandas armadas, con fuerzas paramilitares, con milicias, guerrillas u otras organizaciones violentas ilegales?
-¿Han patrocinado ellos mismos o sus aliados de partido linchamientos a adversarios?
-¿Han apoyado de manera tácita la violencia de sus partidarios negándose a condenarla y penalizarla sin ambigüedades?
-¿Han elogiado (o se han negado a condenar) otros actos destacados de violencia política, tanto pasados como acontecidos en otros lugares del mundo?
4. Predisposición a restringir las libertades civiles de la oposición
-¿Han apoyado leyes o políticas que restringen las libertades civiles, como ampliar las leyes por libelo o difamación o aprobar leyes que limitan el derecho de manifestación, las críticas al Gobierno o a determinadas organizaciones civiles o políticas? 
-¿Han amenazado con adoptar medidas legales u otras acciones punitivas contra personas críticas pertenecientes a partidos de la oposición, la sociedad civil o los medios de comunicación? 
-¿Han elogiado medidas represivas adoptadas por otros Gobiernos, ya sea en el pasado o en otros lugares del mundo?

En primer lugar, las personas autoritarias entran a la arena política porque alguien les abre la puerta: por medio de alianzas. Los partidos políticos deciden pactar con figuras antidemocráticas para aprovechar su popularidad. El error consiste en que una vez en poder se cree que se les podrá contener y gobiernan sin las fuerzas aliadas que los encumbraron.

El segundo punto es bastante controvertido: los partidos políticos son los guardianes de la democracia o deberían serlo. Corresponde a estas organizaciones impedir que las figuras autoritarias lleguen al poder. Los partidos sirven para descartar probables candidaturas antes de las elecciones. El problema radica cuando no existe democracia intrapartidista, así que no pueden ser guardas democráticos si no la practican. En este punto está la paradoja. En la historia de Estados Unidos hubo personajes como Trump, pero no llegaban al poder gracias a que las elecciones primarias no contaban: eran las cúpulas partidistas quienes decidían las candidaturas. A partir de los años setenta, los resultados de las primarias fueron vinculantes y casi al mismo tiempo comenzó a fluir el dinero sin límites a las campañas. Era la combinación perfecta para que un extremista ganara la Presidencia en 2016.

Los autores son claros: Trump no inventó la polarización, supo aprovecharla para ganar la Presidencia —aunque no tanto como para reelegirse, aún. Durante el último medio siglo, las reglas no escritas de convivencia entre los partidos se han soslayado paulatinamente. En el libro se remarca el valor de dichas normas porque permitieron la estabilidad institucional, aunque a costa de la exclusión de la población afrodescendiente. Después de la promulgación de la Ley de Derechos Civiles (1964) y la de Derecho al Voto (1965), empezó la ruptura: la participación de las minorías excluidas ha enfrentado resistencia en algunos sectores del electorado.

Aunque Cómo mueren las democracias se centra en Estados Unidos, es una obra salpicada de ejemplos latinoamericanos. ¿Cómo le va a México? Nuestro país solo se menciona una vez y es para sustentar la afirmación: «Las falsas acusaciones de fraude pueden socavar la confianza de la población en las elecciones y, cuando la ciudadanía no confía en el proceso electoral, puede perder fe en la propia democracia».

Si la democracia estadounidense se sostuvo gracias a la discriminación racial, ahora está amenazada por la desigualdad social. La exclusión que produce el actual modelo económico merma las posibilidades de representación ciudadana. Steven Levitsky y Daniel Ziblatt advierten acerca de los efectos de esta exclusión, pero también que es posible detener a personas como Trump mientras pervivan la tolerancia mutua y la contención institucional.

En la redacción nuestro compañero entendió la muerte de la democracia de mejor manera: es como la de cualquier otra vida humana: frágil, inestable, a veces al borde del colapso y, si no se le cuida, acabará desechada sin darnos cuenta.

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Punto Dorsal
Punto Dorsal, Revista de cultura política es una publicación periódica de difusión de la cultura política y de la participación ciudadana de la Comisión Estatal Electoral Nuevo León.

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