Los productos de moda, las tendencias de mercado y la capitalización de la audiencia son algunos de los objetivos que los medios de comunicación tienen para permanecer vigentes.
Estos medios no tienen, por tanto, una función social, sino económica, pues son manejados por grandes corporaciones o empresas que, históricamente, han tenido una gran influencia en el público, por lo que la monopolización mediática es esencial para mantener el statu quo; es lo que se conoce como medios de comunicación convencionales o tradicionales, entre los que se encuentran la gran mayoría de los periódicos, la radio y la televisión. Sin embargo, bajo el entendido de que hoy internet ha tenido gran popularidad, también los medios convencionales han incursionado en este a través, principalmente, de las redes sociales.
En este contexto han aparecido formas de comunicación alternativas que, por los costos de producción, se suele limitar a la radio y, de algunos años hacia acá, a internet. La radio en México data de hace 100 años, pues fue en 1921 que se iniciaron con transmisiones experimentales, pero paulatinamente fue teniendo mayor auge, hasta convertirse en un medio de comunicación accesible para la mayoría de la población, aunque con señales de transmisión muy limitadas.
El potencial de la radio era vasto, de tal modo que diversos sectores de la población vieron posibilidades para utilizarla y acercar información de diversa índole. Por un lado, el sector privado encontró una manera de vender no solamente productos, sino ideas, y moldear a una audiencia hacia una forma de pensar que se identificara con sus intereses; el Estado también tuvo un gran interés para difundir información con contenido ideológico-social. Sin embargo, no fueron los únicos que vieron potencial en la radiodifusión, hubo otros sectores que también incursionaron en el medio. Los sindicatos, por ejemplo, la utilizaron como una forma de crear comunidad; las organizaciones no gubernamentales, por su parte, vieron en la radio la posibilidad de transmitir información sobre determinados temas de su interés; así como diversas comunidades, ya sea de movimientos sociales, grupos étnicos, colectivos e, incluso, individuos, han utilizado este medio de comunicación para dirigirse a grupos específicos.
Mantener la diversidad de información a través del contenido alternativo a los fines comerciales no ha sido nada sencillo, puesto que las legislaciones de los diversos países no siempre contemplaron las diferencias de quienes conforman a las radios comunitarias ni sus objetivos. De esta forma, encontramos que existen múltiples tipos de radios que se clasifican de acuerdo con sus fines. En México, según la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión (LFTR), en su artículo 67, se establecen los criterios para las concesiones, los cuales son:
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Las de uso comercial, cuyo fin es el lucro, que son, dicho sea de paso, las que ocupan el mayor rango del espectro radioeléctrico;
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Las de uso público, que no persiguen fines de lucro debido a que son las que utilizan los poderes de la Unión, estados, órganos de Gobierno, municipios y cualquier otra institución de carácter público para brindar información a la ciudadanía;
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Las de uso privado, que tampoco tienen fines de lucro y su función es la comunicación privada o experimentación y;
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Las de uso social, cuya finalidad no es el lucro sino propósitos culturales, científicos, educativos o comunitarios; en esta clasificación entran las concesiones comunitarias e indígenas, así como las de las instituciones educativas.
De acuerdo con la LFTR, las concesiones para uso social comunitario «se podrán otorgar a organizaciones de la sociedad civil que no persigan ni operen con fines de lucro y que estén constituidas bajo los principios de participación ciudadana directa, convivencia social, equidad, igualdad de género y pluralidad». De manera similar, las concesiones para uso social indígena
se podrán otorgar a los pueblos y comunidades indígenas del país […], y tendrán como fin la promoción, desarrollo y preservación de sus lenguas, su cultura, sus conocimientos promoviendo sus tradiciones, normas internas y bajo principios que respeten la igualdad de género, permitan la integración de mujeres indígenas en la participación de los objetivos para los que se solicita la concesión y demás elementos que constituyen las culturas e identidades indígenas
Así, las radios de uso social o comunitarias permiten la inclusión y conllevan una estrecha relación con los grupos sociales en los que se encuentran insertas, por lo cual ofrecen no solamente información que coadyuva al bienestar de las personas en materia laboral, jurídica o de derechos humanos, por citar solo unos ejemplos, sino también oportunidades de expansión de sus capacidades al abrir espacios de participación y colaboración que incluyen, entre otras cosas, talleres de diferentes temas, dispensarios médicos, consultas o protección legal. Las radios comunitarias son, por ende, espacios de socialización y de participación social, así como también colaboran en la formación de redes de colaboración y apoyo.
En gran medida, las radios comunitarias tienen como función el desarrollo de capacidades de las comunidades y, aunado a ello, buscan incrementar los servicios económicos de estas, generalmente a través de actividades y discursos de economía social y alternativas, es decir, escapar a los discursos hegemónicos de la economía tradicional y promover la participación y la solidaridad, a diferencia de lo que suele ocurrir en los medios de comunicación tradicionales, en los que se privilegia el individualismo, la competitividad y el distanciamiento social. Por esa razón, las radios comunitarias, en general, pueden considerarse antisistémicas y, en algunas ocasiones, no son reconocidas o incluso son perseguidas por los Estados, porque no siguen un discurso y agenda hegemónica, sino por el contrario, se convierten en pequeños nodos de poder que frenan determinados intereses. La Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) señala lo siguiente:
[una] de las características de las radios comunitarias es la relación que establecen con su audiencia. Las radios comunitarias son proyectos fundamentalmente antisistémicos, ya que se organizan y construyen con una lógica que no es la del mercado, pero tampoco es la dinámica del Estado. (Diez, Bermúdez, Correa y Jiménez, 2008).
Esa independencia discursiva y de acción les da a las radios comunitarias una legitimidad social que brinda mayor arraigo e identificación de grupo; no obstante, también ese discurso contrahegemónico es lo que las convierte en medios marginales, generalmente limitados en su financiamiento y, por ende, en infraestructura, recursos y alcances.
De modo similar a lo que ocurre con los medios de comunicación tradicionales, las radios comunitarias siguen y comparten algunas líneas editoriales que, en estos casos, van relacionados con las luchas sociales, la diversidad cultural, la solidaridad, la reivindicación de los pueblos indígenas, la búsqueda de la justicia, entre otras. Si bien cada radio comunitaria tiene sus particularidades, su discurso se sustenta en las propias necesidades de las comunidades y, como ya se mencionó, suele ser contrahegemónico, por lo que es común que se presenten conflictos con otros actores sociales, ya sea económicos, políticos o sociales.
Cuando se habla de medios de comunicación y de opinión pública, es de suma relevancia referirse también al establecimiento de la agenda mediática, la cual dista mucho de ser comparable entre los medios convencionales, con sus recursos y alcances, y los medios o radios comunitarias. El establecimiento de la agenda se refiere a la selección de contenidos que cada medio considera como más importante y que trae consigo la construcción de una opinión pública de acuerdo con el enfoque que se le da a las notas, ¿cuáles son los puntos de vista que se destacan y a quiénes se consulta o entrevista? Estas suelen ser las principales diferencias de un medio de otro; a través de la agenda es que se mantiene el statu quo y, aquellos temas que no sean de interés para los medios, o para determinados grupos, se invisibilizan.
Radio teocelo: la primera radio comunitaria en méxico
Se considera a Radio Teocelo como la primera radio comunitaria en el país. Surgió en 1965 como XEYT Radio Cultural, en un pequeño pueblo de Veracruz llamado Teocelo, y estuvo vinculada a los movimientos campesinos de la región. Con más de 50 años de existencia, Radio Teocelo es el gran referente de las radios comunitarias en México.
Como muchas de las radios comunitarias que surgen hoy día, Radio Teocelo inició transmisiones sin permiso, por lo que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes les advirtió, en aquel entonces, que de no conseguirlo la estación tendría que cerrar. Después de un tiempo y del trabajo colaborativo entre distintos actores, así como el mejoramiento de infraestructura, la radio pudo consolidarse en una nueva organización, la Asociación Veracruzana de Comunicación Popular (AVERCOP, A. C.).
Las dificultades para sacar adelante a la radio no fueron pocas, sobre todo en lo financiero, lo cual es otra característica que suelen compartir las radios comunitarias y que sigue siendo un tema de suma relevancia. Otros problemas que atravesó Radio Teocelo, y por los que han atravesado muchas otras radios comunitarias, son los de índole legal, y cuyo apoyo y participación de la comunidad son esenciales para salir adelante. Asimismo, Radio Teocelo, como el resto de las radios comunitarias, brinda capacitación y talleres a todas las personas que quieren vincularse y participar con el medio, con la posibilidad de abrirles espacios de expresión y comunicación radial. Dichas capacitaciones las realiza el propio medio de comunicación, pero también existen otras asociaciones civiles como la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), Fomento Cultural, y la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), quienes también suelen colaborar de manera gratuita.
Entre los múltiples servicios que ofrece a la comunidad esta estación y que, entre otras cosas, permiten mayor arraigo e identificación con el medio, se encuentran la grabación de felicitaciones, servicio de avisos y mensajes relacionados con intereses de las personas, extravíos, fallecimientos, rosarios, entre otros, algunos de los cuales conllevan un costo simbólico y que sirve para el propio financiamiento del medio.
Las radios comunitarias y el bienestar social
Como se ha dicho en párrafos anteriores, las radios comunitarias no tienen fines comerciales, de hecho, no pueden considerarse como un fin en sí mismas, sino que son un medio para alcanzar otras metas y, más allá de las diferencias que puedan existir entre unas y otras, todas parten de la organización social en busca de justicia social, ya sea que hablemos de campesinos, comunidades indígenas, ciudadanos organizados, organizaciones no gubernamentales o cualquier otro actor social.
Además de la justicia social, las radios comunitarias tienen múltiples objetivos secundarios, como el generar identidad al estar directamente vinculadas con la comunidad y al crear espacios de expresión; el desarrollar capacidades, al brindar herramientas, capacitaciones y asesorías a la población en diferentes rubros e intereses de la vida cotidiana, más allá de la colaboración directa con el medio; el plantear modelos económicos y sociales alternativos a los convencionales, a través de la economía solidaria y el beneficio comunitario; el generar espacios de diálogo entre autoridades y las comunidades, con la creación de contenidos que aborden los temas relacionados y se planteen demandas y peticiones de la comunidad; y el crear ciudadanía, cuando a partir de todo lo anterior, se fomenta la participación social de la comunidad, al incidir de manera directa en las políticas públicas y defender los derechos humanos y culturales de las comunidades.
Las radios comunitarias coadyuvan al bienestar social y las hace completamente diferente a los medios convencionales, cuyos fines económicos son evidentes. Apoyar y fomentar la creación de radios comunitarias es, por tanto, desde el punto de vista de la comunicación, una manera de diversificar los discursos, los contenidos y salir del modelo de comunicación comercial tradicional al que tanto se nos ha acostumbrado, que no deja margen para el involucramiento directo y la participación de las comunidades o la ciudadanía en la generación de contenidos, ni siquiera hoy que los espacios virtuales se han convertido en el día a día de las sociedades —a los que permanecemos conectados por largas horas— y que existe la posibilidad de que, a través de las redes sociales, se abran nuevos canales de comunicación.
No obstante, algunas de las radios comunitarias se han abierto paso a través de las nuevas tecnologías y ya han incursionado a través de estos espacios de comunicación, no para ampliar la red de colaboraciones, que también es posible, sino para visibilizar a las comunidades, sus problemáticas y necesidades y, sobre todo, para que su voz, que en algún momento fuera silenciada, hoy se escuche más allá de los límites territoriales de sus comunidades.
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Referencias
Diez, Eloísa, Bermúdez, David, Correa, Clemencia y Jiménez, Arabella (2008). Radios comunitarias y contexto de conflicto en México. México, D. F.: AMARC-México.
Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión. Diario Oficial de la Federación, del 16 de abril de 2021. Recuperado de http://www.ordenjuridico.gob.mx/Documentos/Federal/pdf/wo97329.pdf
AUTOR
Francisco Javier Garza García
Doctor en Ciencias Sociales por el Tec de Monterrey y catedrático de la Universidad Regiomontana.