Votar es como ir al supermercado. No tienes más remedio que elegir comida entre lo que hay disponible y anular es como dejar el dinero de la compra en la caja y no llevarte nada. Palabras más o palabras menos, pero fue así como me explicó la situación de la elección a la Gubernatura pasada la Dra. Lourdes López Flores y cómo negarlo. La sensación de mirar a la clase política local —salvo por algunas excepciones entre los funcionarios— es la de mirar un anaquel repleto de comida chatarra.
Sin embargo, recientemente, sobre todo a raíz de la mediatización de la desaparición de Debanhi Escobar, es otra institución en el ámbito público la que me preocupa: los medios de comunicación. Los medios en todo nuestro país dependen de la publicidad oficial y privada para financiarse —muchas veces más de la primera que de la segunda, según muestran año con año los reportes de Artículo 19— y no directamente de los lectores a quienes deberían proveer de información.
Nuevo León no es la excepción. Los medios necesitan posicionarse sobre todo en redes sociales para lograr vender pautas más caras a las empresas. Desgraciadamente, la viralidad no siempre va de la mano de un buen periodismo. Entrevistas desafortunadas como la que hizo María Julia Lafuente al padre de Debanhi Escobar, o el extremo del absurdo en que incurrió El Norte al publicar una encuesta sobre qué pensaba la gente que había ocurrido en esta tragedia, son ejemplos de un periodismo que ha dejado de serlo para convertirse en un replicador de las dinámicas digitales.
Los medios se vuelven espacios que dejan de hacerse preguntas públicas —¿por qué algo así pudo suceder?, ¿cuánto y cómo se asigna el presupuesto en esta materia?— para comenzar a simplemente repetir las polémicas de redes sociales —¿dónde estaban los papás?, ¿qué clase de amigas son esas? — y así no solo se incurre en una revictimización, sino que se nos priva a la ciudadanía de información que sirva.
El fortalecimiento de los medios de comunicación desde el apoyo económico es fundamental para la democracia, pero esperar que sea el Estado quien lo haga es pedirle que el Gobierno se acorte solo la correa. ¿Dónde está la filantropía empresarial que en el pasado permitió construir contrapesos e instituciones ciudadanas?
En un año plagado de asesinatos a periodistas y con la inseguridad latente en Nuevo León, necesitamos inversión fuera del Gobierno que permita hacer un periodismo útil y con rigor. De otro modo seguiremos bajo el yugo de los likes y retacándonos de información chatarra.
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AUTOR
Luis Mendoza Ovando
Periodista. Redactor y coeditor de Contextual MX, proyecto editorial independiente de Monterrey.