Hasta no ver, no creer: La observación electoral como ejercicio de participación ciudadana y garantía de transparencia

«Si no lo veo, no lo creo». El acto de observar es un ejercicio importante en una democracia, la vigilancia ciudadana es una forma de participar y de asegurar la confianza en cada proceso electoral.

Para las y los mexicanos, la realidad oculta múltiples suspicacias. «Si no lo veo, no lo creo» es una sentencia muy común entre el imaginario colectivo. Tal parece que los ojos son la metáfora perfecta de lo que es real porque se es testigo del hecho. Curioso razonamiento. «Solo creo en lo que veo». La carga simbólica del acto de ver, del ojo puesto en la mira, la figura de la deidad que todo lo ve y nada se le escapa. «Solo Dios sabe» es otra expresión muy casual de la vox populi que involucra también la certeza de lo que permanece en la oscuridad, aquello que no se ve, lo desconocido, lo que se sospecha: «Ojos que no ven, corazón que no siente». Toda la noción de nuestra verdad está depositada en lo que registramos como hecho ante nuestros sentidos, de ahí nuestro estado de alerta y desconfianza permanente: «Me están hackeando la cuenta, me roban la información». Todo el tiempo nos sentimos bajo observación, todo el tiempo necesitamos atestiguar: «Que nadie me cuente». Y para que nadie nos cuente cobra aquí relevancia hablar de la observación electoral, acción tan simbólica, tan propia de nuestra necesidad de contar con información de primera mano, que debería contar con mayor presencia y ejecución durante el proceso electoral.

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«No se puede hacer un cambio sin poner algo de nuestra parte, sin sacrificar o postergar lo individual en pro del bien común. Así lo haré», esto se repetía como mantra Lorena Sanmillán aquella mañana en que decidió formar parte de la Jornada Electoral desde la trinchera ciudadana.

Con los ojos bien abiertos y listos para ejercer su función, Lorena había tomado la decisión de registrarse como Observadora Electoral para atestiguar de una manera más activa y certera todo el entramado que se pone en práctica alrededor de las elecciones. Quería saber, quería estar segura. Quería ver con sus propios ojos, que nadie le contara.

La figura del ojo es muy representativa desde las culturas antiguas a la actualidad. Con diferentes sentidos que van de lo sagrado a lo erótico, de lo pagano a lo frívolo. El ojo espectador es una imagen presente en nuestro imaginario que garantiza la develación, el no ocultamiento, la vigilancia atenta a la que no se le escapa ningún detalle. El gran hermano orwelliano o el ojo que todo lo ve y que representa a la divinidad omnipresente. La figura del ojo carga con toda esta representación simbólica que encuentra su vía de salida en la observación ciudadana, en la imagen de las y los Observadores Electorales.

Se dice que en México tenemos una de las democracias más caras del mundo. Esta afirmación podría obedecer a la necesidad de transparentar todo, de simular de alguna manera que los ojos de todas y todos están puestos sobre el ejercicio de los recursos públicos y de la manifestación popular que se expresa en las votaciones, por ejemplo.

Y es que las figuras alrededor de la política cargan con el gran peso de la desconfianza ciudadana. Para muestra basta revisar los datos del más reciente Informe País (Instituto Nacional Electoral, INE, y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en México, PNUD), que a finales de 2022 nos arrojó información a tomar en cuenta y que viene confirmándose en cada edición de dicho reporte: la desconfianza de las y los mexicanos en sus instituciones políticas es una percepción que no deja de estar presente:

Podemos destacar que hay una continuidad en la percepción ciudadana sobre la falta de legalidad y el respeto al Estado de Derecho como garante de los derechos civiles; también existen continuidades sobre la desconfianza en las instituciones representativas y sobre un acuerdo democrático básico […] la ciudadanía percibe lo poco que se considera su opinión en las decisiones de la autoridad (p. 45).

Aunque el propio informe muestra resultados en que se aprecia cierta confianza en instituciones como el INE o la figura presidencial, los porcentajes tampoco son definitorios de una alta percepción favorable, acaso 60% y 53%, respectivamente, y lo que sí se distingue es una alta desconfianza ante protagonistas importantes de nuestra democracia, como lo son las cámaras legislativas y los partidos políticos.

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Por tanto, es entendible que el grueso de la población encuentre alejados de su día a día los temas de política y democracia; pero justamente ahí radica la oportunidad de mejorar cada elemento que forma parte del entramado político- electoral.

Para ciudadanas y ciudadanos como Lorena, quienes finalmente deciden tomar parte activa para asegurar que las cosas marchen bien, es necesario incentivar nichos de participación política alejados de insignias partidistas o institucionales que les den la tranquilidad de poder vigilar y apreciar que sus ojos son importantes justamente para mantener o brindar una necesaria transparencia al proceso electoral. Hacia esas realidades habrá que turnar si queremos mejorar los procesos de participación democrática porque solo así se garantiza la confianza en las elecciones, por lo que los procesos de participación ciudadana deben ser incorporados y fomentados con mayor apreciación dentro de las instituciones.

La decisión que tomó Lorena no fue tomada a la ligera. No despertó una mañana con la idea metida en la cabeza de que pasaría su domingo entre casillas electorales, en traslados bajo los rayos del sol, con hambre y sed, entre las contradicciones que pueden representar los cuestionamientos y felicitaciones al mismo tiempo. Lorena, como tantas y tantos ciudadanos, desconfiaba de las elecciones y de las instituciones alrededor de estas; pero también, como tantas y tantos, quería creer, quería apostar por una realidad en que la democracia es respetada y los procesos para ponerla en práctica son confiables y seguros. Y, sobre todo, en las cuales las personas, las y los ciudadanos, tienen injerencia y voz, observan, ven con sus propios ojos los procesos y resultados, no solo las instituciones.

Entonces, después de analizar y revisar una convocatoria que invitaba a la ciudadanía para observar el proceso electoral en Nuevo León, Lorena decidió participar y acudió a la entonces Comisión Estatal Electoral (hoy Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Nuevo León), para registrarse como Observadora Electoral: «Quise ayudar. Quise colaborar y me siento muy orgullosa de ello. Quise participar para que nadie me lo contara. La historia quise contarla yo».

Así como se puede entrever en las palabras de Lorena, la figura de la o el Observador Electoral da certeza a las personas de testimoniar la manera en que las elecciones son llevadas a cabo por las autoridades electorales, esto, a su vez, provee a las personas de una identidad y un orgullo que solo quienes lo han vivido saben de ello: la garantía de que las cosas se hagan bien, de que se respete la voluntad popular, de que no haya mano negra detrás de los conteos y votos, y quizá ahí radique la importancia de esta figura relativamente nueva y que obedece a generar confianza entre las y los electores. O a ello se apuesta: que las y los ciudadanos sepan que otras y otros ciudadanos como ellas y ellos están vigilando las elecciones, da tranquilidad y certeza.

Se habla de que la figura de la observación electoral en México data, de manera oficial, desde 1994 en los llamados acuerdos de Barcelona, cuando los actores políticos de entonces advirtieron, en gran medida por las demandas populares de transparencia, que era necesario dar pasos hacia la ciudadanización de las elecciones y así nace también la creación del IFE(hoy INE), como una institución ciudadana encargada de llevar a cabo los procesos electorales al margen de intereses partidistas y de otra índole ajena a las demandas populares (Ortiz Galindo, 2021).

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A nivel mundial la observación electoral cuenta con amplios registros en todas latitudes, con procedimientos, objetivos, protocolos e incidencias sociales de repercusión política, pues se estima que esta tarea otorga cualidades no solo de transparencia y confianza, sino de aumentar la participación ciudadana porque a través de esta acción las y los ciudadanos adquieren mayor nivel de responsabilidad que hasta puede despertar la conciencia de su importancia y, con ello, evitar conflictos mayores: «Al aumentar la transparencia y la responsabilidad, la observación electoral puede promover la confianza pública en el proceso electoral y puede servir para estimular la participación electoral. Este hecho, a su vez, puede mitigar la potencial conflictividad de tipo electoral » (Comisión Europea, 2008, p. 7).

En México la labor de la observación electoral ya se encuentra en las leyes y hace hincapié en sus funciones meramente contemplativas, mas no pasivas, sino de manera activa en la observancia ciudadana. Hay asociaciones y grupos de sociedad civil que toman la observación electoral como estandarte y que han contribuido con sus ejercicios de observación al mejoramiento del proceso electoral, como lo es el caso de Alianza Cívica, CADHAC o Ciudadanos contra la Corrupción y la Impunidad, por mencionar a algunas.

En la Ley Electoral para el Estado de Nuevo León (2022) se indica que las y los Observadores pueden llevar su labor antes, durante y después de la Jornada Electoral, es decir, pueden atestiguar desde la preparación de las elecciones hasta las declaraciones de validez, así como se señala su carácter casi omnipresente en la entidad (lo que significa que no está limitado a una sola casilla electoral o entidad municipal). Sin embargo, sí deja claro que la observación no debe traspasar sus límites de acción: no debe intervenir, no debe manifestar a favor o en contra, ni tomar papel activo que desdibuje y rompa con el hecho simbólico del ojo observador que lo registra todo. Por tanto, las personas que deseen participar en este rol, deberán tener mucha claridad en este aspecto para no interferir con lo que les toque presenciar. En su testimonio, Lorena nos dice: «los Secretarios y Escrutadores comienzan a acomodar los votos. Observo en silencio, aunque pudiera decirles algunas cosas que lo faciliten. Mi papel es solo observar». El ojo que todo lo ve, pero no interviene.

La observación electoral es en este sentido un tenor importante para la vida democrática y para la salud electoral de nuestro país porque además de lo ya señalado, mediante sus funciones se contribuye a solidificar la llamada integridad electoral que busca respaldar y asegurar la eficacia de las sociedades democráticas, sus instituciones, funciones y resultados:

La observación electoral realizada por la ciudadanía ofrece una visión externa, imparcial e independiente, que no pretende certificar políticamente las elecciones, sino acompañar a las instancias organizadoras para que, desde un punto de vista técnico, se detecten las oportunidades de mejora de sus procesos y del propio sistema democrático funcionando como un catalizador de la transparencia institucional, y constituye la práctica por excelencia con la que las instituciones se someten al escrutinio público (IECM y Red de Observación Electoral y de Participación Ciudadana de la Ciudad de México, s. f., p. 1).

Incluso, si bien la observación electoral no obliga a intervenir, ni su función principal sea esta, sí puede servir para sentar precedentes y a partir de sus registros advertir áreas de mejora o acciones para corregir malas prácticas, incluso denunciar a partir de lo observado y hacer pública la información de lo advertido durante los procesos electorales:

La observación electoral sirve para identificar y prevenir equivocaciones, alteraciones y manipulaciones en el desarrollo de la organización electoral y de la votación, así como también para visibilizar la manera en la que se atienden determinados aspectos dentro del sistema. Es por ello que una de las actividades más importantes de la observación es vigilar la jornada electoral, de modo que los ojos de las personas acreditadas como observadoras estén puestos en el desarrollo de los comicios y que se conozca la dinámica de la votación, dando con esto certeza y legalidad de que se está realizando bien, o de lo contrario, hacer la denuncia correspondiente (Organización Fuerza Ciudadana, A. C., 2021).

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En todo caso, la observación electoral constituye una fortaleza de la participación ciudadana y otorga una vía de transparencia y certezas que de otro modo no se podrían considerar ni alcanzar, de ahí su importancia y procuración si es que deseamos mantener en continua mejora el camino de la democracia en México y, así como Lorena, más ciudadanas y ciudadanos se integren de manera activa a participar en el destino del país.

Referencias
Comisión Europea (2008). Manual de Observación Electoral de la Unión Europea. S. l.: Comisión Europea.

Instituto Electoral de la Ciudad de México y Red de Observación Electoral y de Participación Ciudadana de la Ciudad de México. (s. f.). Importancia de la observación electoral.

Instituto Nacional Electoral y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en México. (2022). Informe País 2020: el curso de la democracia en México. INE / PNUD.

Organización Fuerza Ciudadana, A. C. (2021). Informe Observatorio de Programas de Educación Cívica y Fomento al Voto Joven en el Proceso Electoral Federal 2020-2021.

Ortiz Galindo, Mónica Yeraldy (2021). «Documental Historia de los procesos electorales en México», Revista Justicia Electoral, vol. 1, no. 27, pp. 379-384.

Sanmillán, Lorena (2019). Las piezas del rompecabezas van tomando su lugar. En Crónicas y relatos del proceso electoral 2017-2018. Monterrey, N.L.: CEENL.

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Punto Dorsal
Punto Dorsal, Revista de cultura política es una publicación periódica de difusión de la cultura política y de la participación ciudadana de la Comisión Estatal Electoral Nuevo León.

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