Mujeres y poder

No se pregunta ni se cuestiona si ya es tiempo de su inclusión o si esta debe ser progresiva, la falta de mujeres en el poder ha sido suficiente y la acción tardía. La presencia de las mujeres en la política es más que justa y necesaria, la espera debe terminar. Columna de opinión de Roselia Bustillo Marín.

No se pregunta ni se cuestiona si ya es tiempo de su inclusión o si esta debe ser progresiva, la falta de mujeres en el poder ha sido suficiente y la acción tardía. La presencia de las mujeres en la política es más que justa y necesaria, la espera debe terminar.

Tanto se habla de la democracia paritaria, de cargos de elección popular integrados con más mujeres y del principio constitucional de paridad total que parecía que en el mundo ilusorio de los derechos igualitarios no era necesaria la inclusión de ese principio en la Constitución, ni tampoco emitir sentencias electorales, ni lineamientos por parte de las autoridades en esa materia.

No obstante, la realidad es que todos esos mecanismos urgían para despertar y despejar la ceguera histórica inmersa en una sociedad consciente, o quizá inconsciente, de prácticas cotidianas que construyen día a día un sistema de poder patriarcal. En ese sistema que gira alrededor de las mismas personas en el poder, los hombres han decidido no solo sobre cualquier tema, sino también el cómo y la forma en que las mujeres debíamos comportarnos y vivir en esta sociedad.

Lo triste es que aun con más mujeres en el poder, de facto, siguen sin tenerlo. La incomodidad de dejar el poder hace que los hombres se resistan a ceder y a permitir que la toma de decisiones trascendentes en este país esté en manos de las mujeres.

No es que las mujeres seamos perfectas, incapaces de equivocarnos. Los hombres han tomado decisiones inexactas; algunas se han podido corregir y otras no, pero ello no quiere decir que las mujeres no podamos estar en esa toma de decisiones. Es simplemente una cuestión de derechos, los cuales ha sido rezagados e invisibilizados por el solo hecho de nacer y ser mujeres, por los roles que la historia y la construcción de las sociedades nos designó, pero no porque seamos menos humanas. Urge feminizar el poder.

Las últimas reformas constitucionales de junio de 2019 y abril de 2020 no han sido suficientes, las sentencias del tribunal electoral federal tampoco lo son, si bien son pasos agigantados que evidencian consensos políticos y justicia con perspectiva de género. Por ejemplo, ahora podemos ver una cámara de diputaciones federal paritaria, 250 mujeres y 250 hombres; de igual forma está el congreso de Nuevo León y el de la Ciudad de México; por su parte, las legislaturas de Oaxaca, Querétaro, Colima, entre otras, cuentan con más mujeres; y el Estado de México es casi paritario.

Esas son solo algunas muestras de que, actualmente, hay más mujeres políticas y que nos representan; pero insisto, hace falta que tomemos más la tribuna y no solo ahí, sino en los partidos políticos, en las comisiones importantes, además de participar en las causas trascendentes para una mejor vida de toda la ciudadanía, y que así también esté dada por más mujeres con un verdadero poder político. Hagamos que la cultura del poder también sea de nosotras.

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AUTORA

Roselia Bustillo Marín

Secretaria de Estudio y Cuenta de la Sala Superior del TEPJF. Feminista, zapoteca y activista de DDHH.

Autor

Punto Dorsal
Punto Dorsal, Revista de cultura política es una publicación periódica de difusión de la cultura política y de la participación ciudadana de la Comisión Estatal Electoral Nuevo León.

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