Los derechos electorales de una persona con discapacidad

¿Cómo fue la experiencia de una persona con discapacidad visual como candidata a un puesto de elección popular en las pasadas elecciones? Argentina Montalvo nos cuenta todos los detalles y qué es lo que falta por resolver para la inclusión de todas y todos.

Estimado lector/a, me presento: mi nombre es Argentina Montalvo, tengo 35 años y soy una persona con discapacidad visual. 

En las elecciones pasadas de 2021, fui invitada a participar como candidata a una Diputación Local por el Distrito 18 local de Nuevo León. Sin más, llegó la invitación y acepte pensando en que al fin podría realizar un cambio en la sociedad. Quién mejor que yo, una persona con discapacidad, que tiene necesidades y que ha vivido al día como la gran mayoría de las personas en este país. 

Me topé desde el principio con diversas trabas, pero decidí seguir hasta que vi la realidad: Me habían invitado porque se estableció una ley que exigía no solo paridad, sino también inclusión de al menos una persona con alguna discapacidad en la fórmula de la candidatura. 

Olvidada por el partido, el Instituto Nacional Electoral (INE) y la Comisión Estatal Electoral (CEE), fueron transcurriendo los meses sin recursos y sintiéndome sumamente mal y usada. Llegué a pensar que me invitaron con la idea: «Busquen a una ciega y pónganla a que compita porque es un requisito». 

En realidad, solo tuve apoyo de la persona que me invitó; me ayudaba cuando podía porque ella iba para un cargo más importante que el mío. Hubo otra candidata a un puesto más importante que me dio mucha ayuda cada que su agenda lo permitía y se lo agradezco infinitamente y también a un cierto señor gruñón de García muy metido en la política. 

En el transcurso del proceso electoral, un día me informan que tengo que ir a un debate con los demás candidatos a Diputación del Distrito 18. Nunca lo hubiera imaginado. Si tú por ley exiges que haya participación de personas con discapacidad o cualquier otra minoría, pues uno esperaría que mínimamente te permitieran usar las herramientas para estar en igualdad. Pero eso no ocurrió. 

El recorrido para llegar al debate fue este: me avisaron tres días antes y la preparación que se me dio fue mínima, tal vez por el tiempo o por que se les pasó. Me puse en contacto con la CEE para preguntar si me iban a permitir algún tipo de ayuda tecnológica, como celular con su lector de pantalla o una computadora con las mismas características. Logré contactarlos y tomaron mis datos, dijeron que ellos me buscarían. Un día antes del debate, a las 11 de la noche me llaman y me dicen que podía meter todas las tarjetas en braille que quisiera. Muchos pensarán: «Sí, qué bueno, el braille, con eso es suficiente». Permítanme decirles que el braille es una excelente herramienta, pero es muy voluminoso, tendría que llevar muchas tarjetas a comparación de los demás, sin mencionar que al responder en un debate tienes límite de tiempo. 

Además, estaba otro asunto: cómo iba a saber cuánto tiempo me quedaba y cuando iniciaba. A diferencia de los demás candidatos, ellos sí podían ver el reloj que estaba frente a ellos. 

Cuando comenté esto con la CEE un día antes a las 11 de la noche, su respuesta fue: «No, pues que de lo que se acuerde y para el tiempo le conseguimos una campana como las de box, la harán sonar cuando termine su tiempo». Les comenté que esto era muy incómodo para una persona con discapacidad visual. 

Llegó el día del debate y me presenté en la CEE y di un pequeño recorrido al foro: era pequeño y no iba ser difícil porque no había que moverme mucho. 

Una vez más insistí sobre usar mi celular con lector de pantalla, ahí tenía mis anotaciones con los temas y su respuesta fue la misma de un día anterior: en el reglamento estatal electoral está prohibido usar celulares. El único apoyo real fue que la conductora del debate me informara al iniciar y al quedar 10 segundos de mi participación. 

Estuve muy nerviosa. El debate terminó, siento que no lo hice tan mal; muchos dirán: «Cómo de que no, si estuvo fatal». Tal vez si hubiera tenido toda la preparación e igualdad de condiciones de los demás candidatos hubiera salido mejor. 

Pasaron los días, hubo más debates y de repente un día llegó cierto candidato a un puesto muy importante, sacó su celular como apoyo visual y mostró todo tipo de información. Yo estaba en casa con mi esposo que me describió la escena. Me pregunté: «¿Fue esto justo?». 

A primera hora del día siguiente, el equipo legal del partido me buscó para meter una queja en el Tribunal Estatal Electoral, la cual terminó a mi favor y se ordenó repetir el debate. Por lo cual, nuevamente la CEE nos contactó junto a los demás candidatos por videoconferencia para ver como podíamos generar igualdad en el siguiente debate. 

Yo les propuse que lo celebráramos en la oscuridad o vendados de los ojos, pero alegaron que no podrían tener acceso a las notas de apoyo, pero al final se decidió que se me permitiera a mí y a la otra candidata con discapacidad visual hacer uso de la tecnología inclusiva, en mi caso, mi celular con su lector de pantalla. 

Llegó el día del segundo debate y, la verdad, me sentía tan segura. 

Cuando la moderadora indicaba el tema, yo con mi celular y audífonos accedía a mis notas con los diferentes temas ya preparados y tomaba las ideas más importantes, al igual los demás candidatos con sus notas o tarjetas de apoyo. 

En ese debate ahora sí se respetaron mis derechos políticos y hubo igualdad de circunstancias. 

Ese segundo debate hasta lo disfrute. Recuerdo que al finalizar me comentaron las personas de la CEE que para las siguientes elecciones ya tendrían todo en braille. 

En lo personal, tener todo en braille para una persona ciega no es la única opción, es necesario que se actualicen en tecnología inclusiva según la ocasión. 

En lo personal, creo que las leyes y los derechos políticos de las personas con cualquier discapacidad deben no solo quedarse en papel y no solo escribirlas sin llevarlas a la práctica, deberían asesorarse con verdaderos expertos en la inclusión. Por ejemplo, en el auditorio no había rampa y cuando pregunté cómo le haría alguien en silla de ruedas, la respuesta fue: «Lo cargaríamos, pero ahorita solo es discapacidad visual y te dejaremos usar el celular». 

En lo que concierne a mi experiencia en el proceso electoral 2020-2021, las minorías y personas con discapacidad fueron un requisito que no se les apoyó igual que a los demás candidatos. 

Basta de leyes solo en papel y el mismo discurso cada tres o seis años, pasemos del verbo a la acción, hechos no palabras. 

Las personas con discapacidad o cualquier otra minoría no solo queremos ser un requisito, queremos que realmente se nos tome en cuenta no solo durante el proceso electoral, sino después de este. 

¿Dónde está la candidata Argentina Montalvo, quien levantó la voz con la injusticia de no equidad en un proceso electoral? 

Está donde empezó todo: en casa con su esposo e hijo, después del 2 de junio luego de cumplir el requisito, pues adiós. 

Esta experiencia me sirvió a no dejarme y levantar la voz, pero la verdad creo que no solo a los partidos políticos y a la CEE y a todos los demás organismos que tienen que ver en el proceso electoral, incluso la misma sociedad, les falta mucho para la inclusión real de las personas con discapacidad. Falta mucho, pero hemos avanzado bastante gracias a la tecnología y a mucha gente con discapacidad que ha demostrado que formamos parte de la misma sociedad y que tenemos los mismos sueños, aspiraciones, derechos y obligaciones al igual que el resto. 

Me despido, agradezco la invitación a escribir esta columna, fue hecha sin afán de ofender a nadie ni a ningún partido u organismo, es solo mi muy humilde experiencia vivida y cada quien habla como le va en la rifa y pues yo no salí ganadora. 

Saludos y muchas gracias por leerme. 

AUTORA

Argentina Montalvo

Candidata a Diputada Local por el Distrito 18 de Nuevo León, durante el proceso electoral 2020-2021.

Autor

Punto Dorsal
Punto Dorsal, Revista de cultura política es una publicación periódica de difusión de la cultura política y de la participación ciudadana de la Comisión Estatal Electoral Nuevo León.

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