Una campaña está borrando el graffiti, una estrategia institucional empresarial que busca la Presidencia en las siguientes elecciones e inunda las paredes de la ciudad con su campaña. Normalmente vemos que pasa esto cada tres y seis años con cualquier color político que siempre tiene un fondo blanco, pero en los últimos meses los colores rojo, blanco y negro nos abruman, es esta campaña la que empieza una guerra contra el graffiti en Nuevo León (aunque no dudo que en todo el país pase lo mismo).
En mi recorrido habitual he podido ver un sinfín de paredes pintadas con el mismo lema. Paredes de lugares abandonados, de fábricas o grandes empresas, de particulares, etcétera. Pintan sobre publicidad de conciertos pasados, sobre publicidad en general, sobre graffiti «feo» (tags, ganchos, bombas o apañes), sobre murales. Y es justo aquí donde tratan de imponer a una candidata cueste lo que cueste; declarando la guerra en una lucha que se vive en las calles y que los personajes de la política muchas veces no entienden e invisibilizan.
Dicha imposición política es al interior del partido y de la imagen pública. Tratan de posicionar una imagen, un personaje desde todos los frentes que la ley les permite o no; actual controversia política entre Presidencia, la Jefa de Gobierno y el INE. Una imposición que con todos los recursos borra graffiti y que, si no le preocupan las leyes electorales, mucho menos le preocupa la enemistad con el amplio mundo del graffiti.
Por ejemplo, la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales no menciona nada que haga alusión, que castigue o se prevenga la agresión a los muros pintados con graffiti; por su parte la Ley Electoral Para el Estado de Nuevo León da una luz para el castigo o la prevención. Esta dice en su artículo 168, inciso IV: «No podrá colgarse, fijarse o pintarse en obras de arte»… No entraremos aquí en el debate de si el graffiti es arte o no, pero ¿por qué no incluir la palabra graffiti-mural-arte urbano a dicha ley?
En 2023 es el caso de la campaña de #EsClaudia, pero dos años antes otro candidato había borrado un mural sobre Brenda Damaris, mural que denuncia la problemática de la desaparición forzada, la violencia de género, los feminicidios. Ese mural fue realizado por FUNDENL, la asamblea feminista, y Maldita Carmen en el marco del Otro Festival de 2019. Así como muchos políticos más han hecho lo mismo en los barrios, borrando graffiti, murales, arte urbano. ¿Será posible pasar de acciones meramente simbólicas como las disculpas públicas al respeto por el graffiti-muralismo-arte urbano?
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AUTOR
Julio Cisneros
Sociólogo y artista urbano. Ha expuesto en la Reseña de la Gráfica de Nuevo León, así como en galerías en México y Latinaomérica.