Bibliotecas. Resiliencia y compromiso social ante los avances de la tecnología

Las bibliotecas deben optar por sumar y por demostrar el papel crucial que tienen ante las demandas de la sociedad de la información...

Tecnología y bibliotecas es un tema que ha enfrentado posturas de todo tipo. El debate es cosa de todos los días, aunque la pandemia mun­dial de COVID-19 nos llevó a una realidad muy di­ferente y sumó elementos para la discusión.

Más allá de la pugna entre apocalípticos e integrados (como definía Eco), se entiende que las posturas críticas buscan no perder una mira­da atenta y cautelosa, en lugar de solo aceptar el avance de la tecnología sin filtros. El intelectual Paul Virilio señaló la necesidad de cuestionar y de no dejarse llevar solo por la ilusión del bien­estar y la resolución de los problemas de manera rápida y eficaz, porque al no cuestionar, el avan­ce tecnológico acarrea problemas que no se han analizado del todo o que con la bandera del progre­so en realidad se establecen posturas retrógradas o que enarbolan ideologías que fácilmente invitan a un des­prendimiento humanista, lo que nos lleva a un estado donde se disfrutan las maravillas tecnológicas pero no hay reflexión ni pensamiento crítico, piezas clave para lograr una verdadera simbiosis que contribuya al desarrollo humano y al conocimiento.

Las bibliotecas tienen como misión ser espa­cios del conocimiento, pero también crear y fo­mentar comunidades justamente para preservar el conocimiento. Atrás quedan posturas herméticas donde solo cumplían un papel de resguardo de la información y solo el libro era el máximo refe­rente. Ahora las bibliotecas buscan crear lazos de comunicación directa y permanente con sus usua­rias y usuarios, establecer comunidades de cono­cimiento más que aceptar un papel pasivo donde solo se está al servicio, más bien estar al servicio de manera activa, con propuestas, con innovación, con la seguridad de ofrecer calidad y desarrollar habilidades para toda la vida, poner a las personas al centro.

En este punto y ante el hecho de que la tecno­logía ha resultado proveedora de datos e informa­ción de manera ágil, directa y rápida, las biblio­tecas deben optar por sumar y por demostrar el papel crucial que tienen ante las demandas de la sociedad de la información.

¿Qué es lo que ofrecen las bibliotecas ante el hecho de que la gente puede obtener información en cualquier momento y lugar con el solo hecho de portar algún dispositivo electrónico que les permi­ta navegar en la gran red virtual? Las bibliotecas han demostrado que no toda la información que se puede obtener de la red es de calidad, valiosa y pertinente. Uno de los mayores problemas ac­tuales es el fenómeno de las llamadas noticias fal­sas (fake news), que proliferan y contribuyen a la desinformación y van en contra del espíritu demo­crático que pudiera representar el fácil acceso a la información como, por ejemplo, al usar Google.

Las bibliotecas ofrecen un acompañamiento no invasivo, pero sí seguro y profesional ante las demandas informativas de la población. Buscan integrar comunidades que dialoguen, que se en­cuentren en un mismo espacio seguro y abierto a las diferencias.

El libro no es desplazado. Numerosos estudios indican que las personas han incrementado sus ni­veles de lectura electrónica cuando desean infor­mación inmediata, pero cuando buscan disfrutar, leer por placer, estimular su creatividad, el sopor­te físico es el elegido. En ese caso las bibliotecas han adoptado soluciones tecnológicas para ofrecer servicios de calidad sin dejar de lado los múltiples soportes físicos (incluso representan espacio para ejercicios como las llamadas bibliotecas de las co­sas o los laboratorios o maker spaces).

Las y los bibliotecarios han adquirido cono­cimientos que les ayudan a poner en práctica su bagaje profesional y han agudizado sus competen­cias inquisitivas al adentrarse al mundo de la infor­mación en línea. Bibliotecas digitales, repositorios, páginas web de acceso abierto, descubridores, he­rramientas en línea, gestores de información, bases de datos, y ahora aplicaciones de inteligencia arti­ficial (IA) conforman el menú que profesionales de la información han dominado y se preocupan por su divulgación y alfabetización entre las personas. Como ejemplos tenemos el blog español Universo abierto o al grupo denominado InfoTecarios, por mencionar solo dos casos.

Con el caso de Google, que en algunas oca­siones podría considerarse como la competencia directa de las bibliotecas, las más actualizadas de estas han logrado asimilar como parte de la gran oferta que muestran a sus usuarias y usuarios o be­neficiarias y beneficiarios (con este concepto ahora se aprecia a las personas no como agentes involun­tarios sino como protagonistas que se benefician de la biblioteca). Las personas que acostumbran a navegar en la web pueden apreciar la diferencia en­tre una navegación simple y hacerlo a través de la guía y acompañamiento que las y los bibliotecarios pueden ofrecer, como aprovechar con mayor im­pacto Google Académico o software abierto de herramientas como Zotero, gestor de referencias de gran utilidad para la vida académica. Y en tiempos recientes con los desarrollos de IA como el famoso ChatGPT y el resto de herramientas que han derivado de este caso, donde no han faltado voces que ven aquí la corona que le pone fin a los servicios bibliotecarios, pero en la práctica las bi­bliotecas han desarrollado estrategias a partir de estos elementos para continuar con la labor de la alfabetización digital de sus comunidades.

El tema del acceso abierto sobre todo conlleva pensar en la división de las bibliotecas públicas y las privadas, porque por lo general las públicas tie­nen más problemas de financiamiento y, por tanto, no disponen fácilmente de recursos para pagar li­cencias o contratos anuales con las bases de datos de grandes editoriales académicas, como Elsevier, ProQuest o EBSCO, así que tienen que ingeniar al­ternativas para continuar su alfabetización y que sus públicos no se queden atrás y aprendan a ob­tener información de fuentes confiables. Por ello, las y los bibliotecarios deben mantenerse en conti­nua alerta para detectar los espacios virtuales que ofrezcan recursos de calidad en acceso abierto, tal es el caso de bases de datos como DOAJ, Eric, Scielo o sitios de afiliación gubernamental como el Dia­rio Oficial de la Federación (DOF) o INEGI, así como instrumentos como los ya mencionados Google Académico, o repositorios de tesis como el de la UNAM o la UANL. Incluso, ante la demanda y las exi­gencias sociales, obligados por vía legal en algunos casos, grandes corporativos de paga han creado espacios de acceso abierto entre sus recursos como Elsevier, Jstor o Taylor & Francis.

Si bien Paul Virilio advierte sobre no caer en el espejismo democrático que la tecnología pa­reciera representar (internet para todos y todas, acceso abierto de información de calidad, pro­gramas de computación e inglés, sistemas de vo­tación electrónica, entre otros), tampoco se pue­den cerrar puertas y pensar que la innovación y disrupción que las tecnologías representan son en realidad un vacío que sirve de caldo de cultivo para la enajenación.

Es misión de las bibliotecas contribuir a la jus­ticia social para cerrar la brecha que mantiene distancias entre las personas, siempre en busca de un estado de equidad, humanismo y abogar por un acceso abierto de calidad, mediante un acom­pañamiento asertivo, resiliente y propositivo, por ejemplo, mediante el seguimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y desde sus espacios ofrecer cabida a los recursos libres y con el com­promiso del servicio a la comunidad, conscientes de la diversidad y del papel social que le da susten­to dentro de la sociedad.


Redacción

Audio narración: Odvidio Reyna


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Punto Dorsal #4
A un clic del futuro
Miradas políticas de la ciencia y la tecnología

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Punto Dorsal
Punto Dorsal, Revista de cultura política es una publicación periódica de difusión de la cultura política y de la participación ciudadana de la Comisión Estatal Electoral Nuevo León.

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