Hace algún tiempo me invitaron a ser la imagen de una petición de un partido político en temas de inclusión. Yo era muy joven y no entendía varias cosas, solo me dijeron: «Eres una mujer indígena y queremos que tú representes a todas las personas indígenas», aunque obviamente no las represento. Sentí incomodidad al escuchar eso, pero también pensé que podía generar un cambio.
El día de la petición me «pidieron» que me pusiera mi blusa más bonita (la camisha, vestimenta tradicional de mi comunidad). No entendía bien de qué trataba la campaña ni la petición que estaban haciendo, solo recuerdo personas tomando su turno para retratarse conmigo «por ser una joven indígena». Fueron muchas fotos y publicaciones; para ser sincera me sentía muy expuesta.
Al día siguiente, vi comentarios en redes insultándome por ser una «vendida» a la que «seguramente habían pagado», lo cual no era cierto. Sentí miedo, tristeza y coraje, pensé que no volvería a involucrarme en la política. Quienes me invitaron en ningún momento me acompañaron, solo me expusieron. No tuve una contención emocional y comunitaria.
Ahora pienso en los privilegios que tenía en ese momento como mujer indígena joven, con estudios universitarios truncos, hablante del español. Contaba con algo de ventaja y aun así fue una mala experiencia.
En el presente reflexiono sobre las medidas afirmativas para tener cierto número de personas indígenas en las candidaturas a puestos de elección popular, y es ahí cuando me pongo a pensar: ¿qué tan acompañadas están esas personas indígenas que son invitadas a participar en distintos partidos políticos? ¿Cuáles son los protocolos para acompañarlas de una manera digna?
No es suficiente el poner el nombre y la etnia en una boleta, no es suficiente poner las cámaras y pantallas frente a ellas, es necesario tener una perspectiva intercultural de acompañamiento. Las personas que venimos de una comunidad indígena y que radicamos en contextos urbanos, por más años que tengamos viviendo en ellos, tenemos nuestra cosmovisión, nuestra forma de ver el liderazgo diferente y necesitamos estar en las candidaturas. Sin embargo, se requiere una metodología de acompañamiento digno en la cual se nos reconozca como personas que buscamos contribuir a la política de nuestra sociedad.
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AUTORA
Ana Belén Hernández Cayetano
Psicóloga Nahua, consultora, activista, poeta y conferencista en temas de interculturalidad.