Si se consideran los últimos acontecimientos que hemos experimentado como humanidad, no solamente la información en bruto («búscalo en Google») es necesaria para la toma de decisiones, sino el tan denostado conocimiento de cómo se hacen las cosas (know how), de cómo funcionan las estructuras y los efectos que conllevan las determinaciones de los individuos y los grupos humanos.
Vivimos en una encrucijada compleja, en la cual interactúan muchos factores como integrantes de la ecuación: recibimos información de muchos entes digitales, el logaritmo se ha apoderado del supuesto libre albedrío de las personas, el minimalismo se ha afincado de los espacios antes ocupados por las estanterías de libros y la concepción de que todo es accesible con una aplicación o tutorial ha ocasionado el paulatino deterioro de la educación formal.
La agudización de la crisis del capitalismo pareciera que no tiene fondo, mientras que la pandemia ha profundizado el parasitismo de las grandes empresas tecnológicas, quienes han practicado un mercantilismo rapaz en los diferentes países, al evadir impuestos y vulnerar los derechos de autor y los derechos patrimoniales, como vemos en el ejemplo del litigio sostenido entre la empresa Google y la Unión Europea.
Obviamente, lo arriba apuntado constituye el ambiente en el cual se desarrolla la educación y la infraestructura con la cual se atienden a los diferentes segmentos poblacionales, en diferentes espacios de promoción de la cultura, tanto museos, cineclubes, teatros o bibliotecas. Estos lugares se han visto mermados en su afluencia de público, no solamente por los efectos de la pandemia de COVID-19, sino por la profunda erosión de la interacción entre los individuos.
Desde el sector que nos ocupa, las bibliotecas se han visto en la necesidad de diversificar sus actividades, encaminar sus servicios para atender las preferencias y tópicos que las nuevas generaciones demandan; desde el servicio público de uso de computadoras con internet, el uso de bases de datos, videoteca, suscripción a revistas especializadas y actividades específicas para el aprovechamiento del acervo bibliográfico.
Sin embargo, a las bibliotecas se les necesita exigir mayor intensidad en su transformación como espacios para la formación intelectual, emocional y espiritual de las y los integrantes de las comunidades. El grado de afectación que acusa el tejido social derivado de la hiperinflación del individualismo y las muy graves afectaciones que se han manifestado en los temas educativos, de seguridad pública, salud y derechos fundamentales. De ahí proviene la urgencia de entender las bibliotecas como espacios de promoción cultural y punto de encuentro para el intercambio intersubjetivo entre las y los integrantes de las comunidades.
De acuerdo con la nota periodística del periódico Excélsior (Mario Luis Fuentes, 2015) «si nos comparamos con otros países, la disponibilidad de bibliotecas por habitante es deficitaria. Por ejemplo, en España hay 14 bibliotecas por cada 100,000 habitantes; en Finlandia el promedio es de 17 bibliotecas por cada 100,000; mientras que los datos de nuestro país arrojan un indicador de seis bibliotecas por cada 100,000 habitantes». A lo anterior se suma que la población de 18 y más años visualiza libros con mayor frecuencia en la sección de libros y revistas de una tienda departamental con 20.5%, de acuerdo con la encuesta Módulo sobre Lectura 2020. En la misma encuesta, levantada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las bibliotecas tienen 10.4%, mientras que el porcentaje de personas que declararon tener estímulos para la práctica de la lectura provino de las bibliotecas o librerías asciende a 28.7%.
El caso de Nuevo León acusa la misma sintomatología, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Población y Vivienda. Esta entidad federativa cuenta con 5,784,442 habitantes y 113 bibliotecas, lo cual indica una densidad de 1.95 bibliotecas por cada 100,000 personas, muy por debajo del promedio nacional. Esto sin tomar en cuenta que la mayor parte de las bibliotecas en el estado pertenecen a instituciones educativas, las cuales paulatinamente se han venido alejando de la ciudadanía en general.
Esta coyuntura revela una crisis profunda que se vive en las bibliotecas de la localidad y una gran oportunidad para recrear estrategias innovadoras que no solamente acerquen al público lector, sino que sirva para la construcción de nuevos espacios y la inversión en libros que se traduzcan en acervos que atraigan a los diferentes públicos.
Las bibliotecas se vienen transformando hasta en la forma en cómo se autodenominan, se organizan clubes de lectura o círculos de debate, se realizan convenios de colaboración con escuelas o investigadores para impartir clases en sus espacios, se utilizan para filmar documentales o montar obras de teatro. La promoción cultural puede ser un gran motor para la divulgación del conocimiento científico, humano y espiritual.
Igualmente, las bibliotecas con el perfil de estudios humanísticos se encuentran en un momento singular, en el cual pueden aprovechar el ambiente que prevalece de desinformación, con el ánimo de convertirse en faros con los que se ilumine y favorezca el conocimiento. Lugares para que la información construya criterios de veracidad necesarios en tiempos tan complicados.
Por consiguiente, las bibliotecas tienen una ingente misión en los próximos años: coadyuvar en la reconstrucción y vitalización del tejido social a través del estímulo de la curiosidad intelectual y la avidez por la información, la cual confluya a una mayor comprensión y ejecución de acciones que abreven en el beneficio de la sociedad y de sus integrantes.
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Referencias
Fuentes, Mario Luis (2015). «México social: un país sin libros ni lectores», Excélsior. Recuperado de https://www.excelsior.com.mx/nacional/2015/05/26/1026048
INEGI (2020). Módulo de lectura (MOLEC). Presentación de resultados. INEGI. Recuperado de https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/molec/doc/resultados_molec_feb20.pdf
Sistema Nacional de Información Cultural (s. f.). Red Nacional de Bibliotecas por cada 100 mil habitantes. Datos de Nuevo León. Sistema Nacional de Información Cultural. Recuperado de https://snic.cultura.gob.mx/recurso.php?t=sic_municipio&v=r2_biblioteca&ti=m&e_id=19
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Redacción